Por: Dr. Carlos Valencia 

Suicidólogo y Docente de la Licenciatura en Psicología de IBERO Monterrey

De origen multifactorial, los factores de riesgo del suicidio incluyen elementos biológicos, psicológicos, sociales y culturales, y sobre todo, los trastornos mentales y las crisis de vida. Precisamente en estos dos ámbitos es donde se inserta el impacto que la pandemia del COVID-19 ha tenido en la población general, en quienes han dado positivo a este virus y en el personal hospitalario. Pese a que aún es pronto para reconocer con seguridad la huella profunda de la pandemia en diferentes ámbitos y en particular en la muerte por mano propia, es indudable que la crisis de salud ha revelado la necesidad de reflexionar sobre la solidaridad, la justicia social, la vulnerabilidad del ser humano y la necesidad del autocuidado. La muerte por mano propia, o el acto de quitarse la propia vida, es un fenómeno complejo que difícilmente se decide de un momento a otro, es un proceso asociado a crisis emocionales que devienen en desesperanza, vacío existencial y pérdida del sentido de vida.

Es esencial distinguir los factores que intervienen en el comportamiento en las diferentes etapas de la vida, de manera que no solo se desarrollen estrategias de prevención del suicidio de acuerdo con la edad y el género por separado, sino que puedan articularse y robustecer procesos de intervención, considerando elementos relacionales, sin excluir la presencia de otros factores que contribuyen a la conducta suicida.

Suicidio, Duelos y Covid-19

No podemos dejar de pensar e investigar, la inminente repercusión de los factores asociados al Covid-19 con el suicidio, esto ha alertado a especialistas alrededor del mundo, quienes advierten del probable incremento en la conducta suicida durante la crisis pandémica; incluso, una vez que ésta haya sido controlada, debemos estar atentos y sensibles sobe una “nueva pandemia” de trastornos mentales y suicidios causados por el confinamiento, e insisto, sabemos poco, pero lo poco denota un impacto real que tendrá y tiene en nuestras vidas.

En este tiempo en el cual se necesita más una red de apoyo social, necesitamos pertenecer a grupos en donde se valide nuestro ser y sentir, fomentar la solidaridad, el autocuidado, el acompañamiento centrado en la compasión, comprender los sufrimientos; que desde la justicia social se promueva el “estar bien” y “bien estar”, y que se reconozca la necesidad de sentirse y estar acompañado.

La prevención del suicidio es multimodal y monofocal. Las estrategias de intervención deben enfocarse en la atención efectiva y efectiva de la salud mental, en reducir el estigma social, en la implementación de programas preventivos y en la creación de prácticas para la reducción de factores de riesgo suicida y la disminución de los marcadores de vulnerabilidad social. 

Resulta vital dar seguimiento a las enfermedades mentales, a las crisis de vida, a la ideación e intentos de suicidio que se están presentando en diferentes sectores de la población a causa del COVID-19. No obstante, es trascendental la promoción del sentido de comunidad y la relevancia del bien común, pues solo con el respeto a la dignidad de la persona y con la aplicación de los principios de justicia social, formación e información para la Prevención del Suicidio, es como se podrá salvaguardar la vida y dignidad humana. Las organizaciones de la sociedad civil, insistimos en que se requiere de una política pública mucho más integral para prevenir el suicidio infantil, adolescente, juvenil y en nuestros ancianos, ya que todos los sectores de la sociedad presentan riesgo con relación al suicidio. La carga de este fenómeno no pesa exclusivamente en el sector de la salud: tiene repercusiones múltiples sobre muchos sectores y sobre la sociedad en su conjunto.

Por lo tanto, para comenzar a prevenir eficazmente el suicidio, debemos emplear un enfoque multisectorial, respetando el enfoque de los derechos humanos, esto hará que el suicidio en México se aborde de una manera integral, reuniendo los diferentes sectores e intereses directos más adecuados para cada contexto, procurando que la prevención del suicidio recupere un enfoque como justicia social.

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