Erik Erikson fue un psicoanalista estadounidense de origen alemán reconocido por sus estudios psicológicos sobre el desarrollo humano. Gracias a él, podemos distinguir 8 fases o etapas de vida que una persona atraviesa en el aspecto social y emocional; esto desde que nace hasta que se convierte en un anciano. 

Dichas etapas son las siguientes:

1.  Etapa prenatal- Confianza vs. Desconfianza (Desde la concepción hasta los 2 años)

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Si el niño o niña recibe los cuidados en cuanto a buena alimentación, higiene y otras necesidades básicas propias de esta edad se sentirá amado por sus padres o quien lo/a cuide. Adquirirá la confianza y optimismo que necesita para desarrollarse debidamente.

Si estos cuidados y el amor no son proveídos en esta etapa, el bebé crecerá con inseguridades en sí mismo y en otras personas. 

2. Infancia- Autonomía vs. Vergüenza (de 1-2 años a 3-4 años)

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El niño que recibe la atención apropiada por parte de sus padres en esta etapa, adquiere control en sí mismo y se siente orgulloso de sus pequeños logros en vez de sentirse avergonzado. Es importante darle alternativas sobre mínimas cosas para que su carácter y voluntad propia se empiece a desarrollar.

Algunos ejemplos de cómo un niño puede desarrollar autonomía a esa edad es permitiéndole que escoja los zapatos y ropa que quiera usar, o cuál tipo de galleta quiere comer, etc. 

3. Niñez- Iniciativa vs. Culpa (3 a 5 años)

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El interés por hacer amigos y desarrollar sus habilidades sociales serán sus primeras interacciones para conocer su comportamiento.

En esta etapa es cuando la creatividad despierta al igual que la curiosidad por saber y aprender cosas. Si los padres reaccionan negativamente a sus actividades y múltiples preguntas curiosas, los niños podrían generar un sentimiento de culpabilidad.

4. Infancia intermedia- Laboriosidad vs. Inferioridad (6 a 12 años)

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Los niños demuestran un interés por el funcionamiento de todas las cosas que ven o se les ocurra. Empiezan a realizar actividades solos con su propio esfuerzo, aplicando los conocimientos y habilidades que han aprendido hasta este momento.

Si sufre frustración en esta etapa, el infante puede sentirse inferior e inútil, sintiéndose inseguro frente a los demás.

5. Adolescencia- Identidad vs. Confusión (13 a 20 años)

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Si ya superó las otras etapas sin frustraciones de ningún tipo, el chico o chica busca identificarse como individuo. Empieza a vestirse y peinarse para definir su estilo.

Es normal que en esta fase muchos adolescentes se rebelen e inclusive cometan actos menores de vandalismo, debido a la confusión temporal de identidad que experimentan a esta edad.

6. Etapa adulta temprana- Intimidad vs. Soledad (20 a 40 años)

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La forma de relacionarse con las personas es distinta, pues el individuo empieza a priorizar relaciones más íntimas que ofrecen y requieren de un compromiso recíproco, una intimidad que genera una sensación de seguridad, compañía y confianza.

Sin embargo, si se evade ese tipo de intimidad, puede llegar a sentir soledad o aislamiento a tal grado que puede convertirse en depresión.

7. Adultez- Generatividad frente al estancamiento (40 a 60 años)

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Se prioriza la búsqueda de equilibrio entre productividad y el estancamiento; una productividad que está vinculada al futuro, al porvenir y bienestar de su familia. 

Es el momento en el que muchas personas se replantean el sentido de la vida y comienzan a sentir los primeros deterioros en su salud física.

8. Vejez- Integridad del yo frente a la Desesperación (60 al fallecimiento)

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Es una etapa difícil pues la vida y su forma de vivirla se ve alterada; los amigos y familiares fallecen y tienen que afrontar los duelos que causa la vejez, tanto en su propio cuerpo como en el de los de su alrededor. 

Se crea una aceptación del fin de la vida.

¿Estas etapas suenan lógicas, cierto? Lo que nos da a entender Erikson es que desde el momento en que se engendra un hijo se le debe dar la atención necesaria y también mucho amor. La infancia nos marca y prepara para afrontar la adolescencia y así llegar a ser adultos preparados y conscientes de nuestras acciones, hasta fallecer.

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