Por: Fernando Durán Platt

RESUMEN

El triángulo dramático de Karpman es un modelo creado por el psicólogo Stephen Karpman que se utiliza en psicoterapia para analizar y comprender los conflictos interpersonales. Este modelo postula que nuestros conflictos interpersonales son el resultado de procesos psicológicos internos que nos llevan a adoptar inconscientemente ciertos roles básicos conflictivos. Dichos roles básicos son el perseguidor, el salvador y la víctima. El triángulo dramático constituye una dinámica de comunicación disfuncional que refuerza la dependencia y los lazos simbióticos en los participantes. Es importante tomar conciencia de su existencia y salir del mismo, para poder relacionarnos de forma más saludable. Este articulo tiene por objeto el describir el triángulo dramático, dichos roles básicos, y cómo salir del mismo.

Palabras clave: Karpman, triángulo dramático, análisis transaccional, conflicto interpersonal, comunicación.

ABSTRACT

Karpman’s drama triangle is a model created by psychologist Stephen Karpman that is used in psychotherapy to analyze and understand interpersonal conflicts. This model proposes that many of our interpersonal conflicts are the result of internal psychological processes that lead us to unconsciously adopt certain basic roles that are conflicting. These basic roles are the persecutor, the rescuer and the victim. The drama triangle is a dynamic of destructive communication that reinforces dependency and symbiotic ties among its participants; thus, it is important to be aware of its existence and to get out of it, in order to interact with others in a healthier way. This article aims to describe the drama triangle, each of such basic roles, and how to get out of it.

Keywords: Karpman, drama triangle, transactional analysis, interpersonal conflict, communication. 

INTRODUCCIÓN

El triángulo dramático de Karpman es un modelo utilizado en psicoterapia para analizar y comprender los conflictos interpersonales. Este modelo fue concebido por el psicólogo Stephen Karpman, quien fue discípulo de Eric Berne, creador del Análisis Transaccional1. Este modelo postula que nuestros conflictos interpersonales son el resultado, en mayor o menor intensidad, de procesos internos ocultos que nos llevan a adoptar inconscientemente ciertos roles básicos conflictivos que son el perseguidor, el salvador y la víctima. En el presente artículo daremos a conocer el triángulo dramático de Karpman, describiremos cada uno de dichos roles básicos conflictivos, y finalmente mostraremos que nuevas actitudes debemos adoptar para salir del triángulo dramático y establecer así relaciones interpersonales saludables y una dinámica de comunicación más sana y efectiva.

DESARROLLO

El TRIÁNGULO DRAMÁTICO DE KARPMAN.

El triángulo dramático de Karpman postula que la mayoría de nuestros conflictos interpersonales son el resultado de procesos inconscientes que nos llevan a adoptar ciertos roles básicos conflictivos. Estos roles básicos son el perseguidor, el salvador y la víctima, que describiremos más adelante. Estos roles se juegan de forma inconsciente y repetitiva, mediante intercambios verbales y no verbales (Camino, 1998, p. 2). Cabe advertir que estos roles no son fijos, sino que cada persona puede adoptar uno u otro rol, e incluso pasar de un rol a otro, dependiendo del momento o la situación. Karpman señala (Choy, 1978, p. 245) que este tipo de comunicación refuerza la dependencia y los lazos simbióticos entre los participantes, impidiendo así el desarrollo de una autonomía e interdependencia basada en el respeto a las necesidades de todos los participantes en la comunicación. Por ello decimos que el triángulo dramático constituye una dinámica de comunicación interpersonal disfuncional y destructiva.

El siguiente gráfico representa el triángulo dramático:

 

EL PERSEGUIDOR

El rol de perseguidor se cumple agrediendo con autoridad desmedida, prejuiciando las acciones y sentimientos de los demás (Villegas, 1983, p. 229). Los perseguidores se comportan de manera que ponen a otros en situación de estar mal o sufrimiento (Choy, 1978). El perseguidor experimenta rabia contenida, desprecio y un deseo de causar daño. Cuando alguien asume el rol de perseguidor, transmite de manera no verbal un mensaje parecido a este: “Yo soy el bueno, tú eres el malo: te vas a enterar” (Feijoo, sin fecha). El perseguidor provoca miedo (Villegas, 1983, p. 230) y evita mostrar sus emociones auténticas y sentir satisfacciones internas que le permitan la intimidad, el éxito y la autonomía (Villegas, 1983, p. 237).

EL SALVADOR

El rol de salvador se cumple sobreprotegiendo de forma que impide que otros lleven a cabo su cometido, deteniendo así su desarrollo y crecimiento (Villegas, 1983, p. 229). Salvar es ofrecer una ayuda que no es saludable ni oportuna, pero se ofrece para mantener la autoimagen de bondad (Feijoo, sin fecha). El salvador trasmite de manera no verbal un mensaje parecido a este: “Estando yo aquí no tienes que preocuparte de nada, yo lo haré por ti”. Los salvadores suelen hacer algo que no quieren hacer, o bien, hacen más de lo que les corresponde (Choy, 1978, p. 244). Resulta difícil identificar al salvador porque su actuar aparenta ser una ayuda genuina y desinteresada, pero se le podrá identificar porque el salvador acabará persiguiendo al salvado. El salvador provoca culpa o soborno (Villegas, 1983, p. 230); se preocupa demasiado por los demás, lo cual le impide disfrutar de la vida (Villegas, 1983, p. 237).

LA VÍCTIMA

El rol de víctima se cumple bajo la influencia del perseguidor o salvador, de manera que la víctima se comporta temerosa o desvalorizado, o se opone con agresión (Villegas, 1983, p. 230). La víctima transmite un mensaje no verbal del tipo: “pobre de mí” (Feijoo, sin fecha). La persona que juega este rol se ve a sí misma sufriendo o padeciendo una situación, pero no intenta resolverla, y se esfuerza por mantenerse en ese estado (Choy, 1978, p. 243). La víctima provoca miedo al salvador y culpa al perseguidor (Villegas, 1983, p. 230).

EJEMPLO ILUSTRATIVO.

Para una mejor ilustración, analizamos el siguiente diálogo hipotético:

HIJA ADOLESCENTE (dirigiéndose a sus padres): “Esta noche saldré con mis amigas a bailar”.

PADRE (con tono molesto): “Por supuesto que no, recuerda que no te mandas sola”. Perseguidor

MADRE (dirigiéndose al padre): “Déjala, sus amigas son chicas bien portadas”. Salvador

HIJA ADOLESCENTE (comienza a llorar): “Qué malo eres, nunca me dejas hacer nada”. Víctima

MADRE (dirigiéndose al padre): “No trates así a tu hija, eres demasiado estricto”. Perseguidor

PADRE (dirigiéndose a la madre): “Tú no la defiendas, ya dije que no irá”.

Como podemos observar, la madre pasa del rol de salvador de la HIJA ADOLESCENTE al rol de perseguidor del PADRE. En este caso, es posible inferir que el PADRE siente culpa, la MADRE siente enojo, y la HIJA ADOLESCENTE quizás experimente un falso triunfo.

¿CÓMO SALIR DEL TRIÁNGULO DRAMÁTICO?

 Si queremos tener relaciones interpersonales saludables, es necesario salirnos del triángulo dramático, para lo cual necesitamos, primero, reconocer que estamos jugando alguno de los roles descritos (perseguidor, salvador y víctima), y segundo, dejar de jugarlo. Pero ¿cómo lograrlo? Las personas atrapadas en el triángulo dramático intentan cambiar la situación, pero solo logran cambiar de rol sin salir del triángulo, y permanecen en una comunicación patológica que se autoperpetúa (Camino, 1998, p. 5).

Para mostrar a sus pacientes cómo salir del triángulo dramático, el psicoterapeuta Acey Choy desarrolló un modelo que denominó triángulo del ganador, donde describe las actitudes que debemos adoptar para salir del triángulo dramático desde cada uno de los roles jugados. Así pues, este autor señala (Choy, 1978, pp. 247-248) que, para salir del triángulo dramático, (i) el perseguidor debe adoptar un rol asertivo, encaminado a satisfacer sus necesidades y hacer valer sus derechos de una forma asertiva, sin castigar como lo hace el perseguidor; esto requiere potencializar su capacidad de análisis y comprensión; (ii) el salvador debe adoptar un rol empático, mostrando preocupación por la persona vulnerable pero (a diferencia del salvador) respetando la capacidad de dicha persona para resolver su problema, y sin asumir responsabilidades a menos que se le pida y que él desee asumir, y (iii) la persona que está jugando el rol de víctima debe adoptar un rol vulnerable, que le permita reconocer su sufrimiento o problema pero a la vez (a diferencia de la víctima) asumir la responsabilidad de resolver su problema.

 REFLEXIÓN: ¿POR QUÉ JUGAMOS AL TRIÁNGULO DRAMÁTICO?

Según la teoría del Análisis Transaccional, los individuos requieren estímulos sociales para sobrevivir. Dichos estímulos son referidos como caricias y se clasifican en (i) caricias positivas, si causan bienestar y aumentan la autoestima o (ii) caricias negativas, si causan malestar y disminuyen la autoestima.

Explica Rafael Sáez que los juegos psicológicos (incluyendo el triángulo dramático) proporcionan caricias negativas, pero estas caricias negativas son mejor que nada (Sáez, 2001, p. 152). A este respecto, Eric Berne señala que la forma de contacto social que genera mayores caricias positivas es la intimidad, pero como las personas raramente logran la intimidad en sus relaciones personales, entonces recurren a los juegos psicológicos para obtener caricias intensas aunque sean negativas (Berne, 2004, p. 19-20).

A este respecto, transcribo una cita de Eric Berne, de su libro “Los Juegos que Juega la Gente” (Berne, 2004, p. 184):

Para algunas personas afortunadas, hay algo que trasciende a todos los tipos de comportamiento, y que es el darse cuenta; algo que se eleva por encima de la programación del pasado, y que es la espontaneidad; y algo que es más gratificante que los juegos psicológicos, y que es la intimidad. Pero estos tres conceptos pueden ser aterradores e incluso peligrosos para los no preparados. Probablemente estos individuos estén mejor así, como están, buscando soluciones con técnicas populares de acción social como es el estar juntos. Esto puede significar que no hay esperanza para la humanidad, pero hay esperanza para los miembros individuales que la forman”.

MÉTODO

Para la elaboración del presente artículo se utilizó el método de investigación cualitativa, describiendo los conceptos de tal forma que nos permita su comprensión, a través del análisis e interpretación de la información recolectada de otras fuentes. Esto nos permitió describir el triángulo dramático de Karpman en base el marco teórico actual proporcionado por especialistas en la materia. Para generar la información contenida en este artículo se realizó una lectura detallada y crítica de textos acerca del triángulo dramático de Karpman.

CONCLUSIÓN

El triángulo dramático constituye una dinámica de comunicación interpersonal disfuncional que refuerza la dependencia y los lazos simbióticos en los participantes, e impide desarrollar autonomía y una interdependencia basada en el respeto de todos los participantes en la comunicación. Por ello, si queremos establecer relaciones interpersonales más saludables y una dinámica de comunicación sana y efectiva, es importante tomar conciencia de la existencia de dicha dinámica y salirnos de ella.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1Teoría de la personalidad y método psicoterapéutico con amplias aplicaciones sociales, educativas y organizacionales.

Berne, Eric. (2004). Games People Play. The Psychology of Human Relationships. Ballantine Books.

Camino Vallhonrat, Lluis. (1998). El Triángulo Dramático de S. Karpman. Aplicaciones Prácticas.

Choy, Acey. (1978). Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista. “El Triángulo del Ganador”. Asociación Española de Análisis Transaccional (AESPAT). Encontrado en: http://com.aespat.es/Revista/Revista%20ATyPH%20n%C2%BA%2038%20web.pdf

Feijoo Portero, Pilar. (sin fecha). Análisis del Conflicto: El Modelo de Karpman. Atención Integral al Desarrollo de la Persona. Encontrado en: http://sorkari.com/pdf/Conflictos_Karpman.pdf

Sáez Alonso, Rafael. (2001). Los Juegos Psicológicos según el Análisis Transaccional. Dos no Juegan si Uno no quiere. Editorial CCS.

Villegas Malda, Roberto. (1983). El tiempo y yo en un encuentro. Análisis Transaccional. Galas Editores. Segunda Edición.

Escrito por Fernando Durán Platt, estudiante del 1er semestre de la Licenciatura en Psicología en la Universidad Iberoamericana, Centro de Extensión Monterrey / Socio fundador de Garza Durán Abogados, S.C. / Maestría en Derecho Corporativo por la Universidad de Nueva York (2003) / Licenciado en Derecho por la Universidad de Monterrey (1997).

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