El perder a un familiar o personas cercanas es una situación muy difícil. Puede afectar la salud mental, creando angustias y pensamientos hipotéticos como el clásico: “y si…”. En México, la muerte tiene su propia celebración, nuestros antepasados nos lo han dejado muy claro y estamos en fechas para conmemorar a los que ya no están.
Primero hay que aceptar que el duelo es un proceso que a cada quien le tomará tiempo en recuperarse del todo, sin embargo, este proceso se puede acelerar de la mano de la Tanatología. Los expertos en esta rama psicológica son capaces de ayudar a llevar y aceptar pérdidas, así como divorcios o separación de pareja o amistad.
Puede ser necesario e importante sobrellevar un duelo con alguien más a través del acompañamiento.
La ofrenda del Día de Muertos es el reencuentro con un ritual que convoca a la memoria. Es compartir con los difuntos el pan, la sal, las frutas, sus comidas favoritas, el agua, el licor, y si son niños, sus juguetes.
El montar un altar en casa, quiere decir que el/la difunto/a siempre podrá regresar a casa, pues el camino de cempasúchil guiará el camino para que pueda degustar de sus alimentos y bebidas, además de descansar y cuidar de nosotros.
Para nosotros también es un agradable recordatorio de los momentos vividos a lado de esa persona. Trata de montar una ofrenda cada año para que pueda regresar a casa aunque sea en espíritu. Hay que abrazar nuestras tradiciones y costumbres para que sigan perdurando generación tras generación.
Recuerda que todos estamos aquí con un propósito y que cumplimos con un ciclo de vida. La muerte es inevitable, sin embargo, también es para celebrarla en estas fechas.
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