Como lo vimos en el blog anterior, la dependencia emocional es un estado psicológico que se manifiesta a través de los lazos emocionales hacia la pareja, la familia o los amigos.

Está enmarcada por un fuerte desequilibrio donde el dependiente idealiza al otro a un grado no sano para ninguno de los dos. 

Debido a su poca capacidad de independencia, los dependientes manipulan a sus parejas para recibir todo aquello que necesitan, utilizan sentimientos como la culpabilidad y lástima para obtener la atención deseada. 

¿Por qué se desarrolla la dependencia emocional?

Debido a la magnitud de este problema y por todo lo que ocasiona no solo en la persona dependiente, sino a todos los que están a su alrededor, vale la pena viajar un poco al pasado y ver qué causó este estado mental. 

No es una regla y no se da en todos los casos pero la historia de algunas personas dependientes está marcada por la carencia de afecto. 

Mientras muchos niños obtuvieron abrazos y una infancia amorosa, ellos vivieron marcados por el divorcio o ausencia de uno de los padres, por la disciplina excesiva o bajo el cuidado de un familiar que no se interesó nunca por ellos. 

Lo anterior, pudo provocar que se esforzaran por llamar la atención y cumplir las expectativas de los demás. Cada caso es diferente pero la constante es que fue algo que ocurrió durante la niñez. 

 

Síntomas de la dependencia emocional

Algunas de las señales que una persona puede estar encadenada emocionalmente a otra son:

Una relación disfuncional

Pueden verse envueltos en un círculo de rupturas y reconciliaciones, en algunos casos infidelidades, peleas frecuentes y hasta golpes. Ninguno de los dos es feliz pero la dependencia de uno y/o codependencia de ambos puede hacer que no vivan el uno sin el otro. 

Insatisfacción y frustración

En realidad, el dependiente nunca se siente feliz ya sea que esté con su pareja o se encuentren separados. Es un estado de infelicidad absoluta donde se puede llegar a perder la esperanza de encontrar la estabilidad y felicidad que todas las personas buscamos. 

Pérdida del “yo”
La persona dependiente se va aislando, reduce su actividad social para entregarse por completo a su pareja. Poco a poco, deja de ser quien es, ya que, al centrarse tanto en el otro, deja de pensar en lo que desea o le gusta, y comienza a vivir a través de las necesidades y preferencias de su pareja. 

Sin embargo, cuando una persona abandona sus sueños y metas, el “yo” comienza a difuminarse y llega un punto en que ya no sabe si actúa de cierta forma porque realmente le satisface o solo porque desea agradar a la persona que tiene a su lado.

Celos patológicos
La dependencia es tanta que siente miedo a perderlo, eso hace que cualquier persona con la que la pareja convive, se convierta en una amenaza (en su mente) y un motivo de conflicto para ellos. 

Trastornos psicológicos
En muchos casos, la ruptura de la relación genera un trauma difícil de superar. La persona dependiente puede reaccionar escondiéndose tras comportamientos adictivos que pueden dar pie a la bulimia, el alcoholismo o la drogadicción. 

 

Es muy importante tratar este padecimiento, ya que también es usual que aparezcan cuadros depresivos o que se desencadenen comportamientos obsesivos, que se convierten en una vía para liberar la tensión.

La dependencia afectiva es un problema que se debe solucionar cuanto antes, ya que de ahí se desprenden más problemas psicológicos.

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